viernes, 30 de mayo de 2014

El cristiano y la depresión.

Yo pensaba que nunca caería en una depresión. Quizá porque eso podría implicar no ser un buen cristiano. Sin embargo, el exceso de estrés por diversos motivos: familiares, laborales, académicos, personales, puede generar un mal funcionamiento en el cerebro que lleva a la persona a un estado de ansiedad generalizado, el cual muchas veces es acompañado de un cuadro depresivo. Ese fue mi caso. A pesar de ser un hijo de Dios y de confiar en Él, caí en una depresión. Y estar en una depresión significa estar como en un hueco del que no se puede salir y lo único que se desea es morir. Solo con la ayuda de Dios y los profesionales en salud mental, es que se puede salir de tal estado. Es impactante ver como la mano de Dios y el poder de su Palabra, se mueve dando consuelo en esos tiempos tan desagradables. Es ahí donde se reconoce de forma práctica, que es en los momentos más oscuros cuando más se ve la luz del Señor. Escudriñando la Biblia, observé que varios personajes pasaron por momentos similares. El caso de Elías cuando huyó de Jezabel es muy ilustrativo (ver 1 Reyes 19:1-7) y permite ver el cuido de Dios en situaciones como esa. Definitivamente la Palabra de Dios es la que nos consuela en tiempos de depresión. El Salmo 23 es por excelencia un pasaje al cual recurrir insistentemente para recordar que nuestro Pastor nos está cuidando. Otro versículo que es un oasis en medio del desierto es el Salmo 57:1 “Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos”.